18/2/14

Las tres preguntas.

Muchas veces nos preguntamos que hacer en un momento determinado, y como el rey de este cuento de León Tolstoy, pensamos que puede haber una respuesta perfecta a nuestras dudas... ¿Pero la hay realmente?...
(Dibujo de Ivan Barrenetxea)

Cierto emperador pensó un día que si conociera la respuesta a las siguientes tres preguntas, nunca fallaría en ninguna cuestión. Las tres preguntas eran:

¿Cual es el mejor momento para hacer las cosas?
¿Quienes son las personas más importantes?
¿Que es lo más importante para hacer en todo momento?

El emperador publicó un edicto a través de todo su reino anunciando que cualquiera que pudiera responder a estas tres preguntas recibiría una gran recompensa, y muchos de los que leyeron el edicto emprendieron el camino al palacio; cada uno llevaba una respuesta diferente al emperador.

Como respuesta a la primera pregunta, una persona le aconsejó proyectar minuciosamente su tiempo, consagrando cada hora, cada día, cada mes y cada año a ciertas tareas y seguir el programa al pie de la letra. Sólo de esta manera podría esperar realizar cada cosa en su momento. Otra persona le dijo que era imposible planear de antemano y que el emperador debería desechar toda distracción inútil y permanecer atento a todo para saber qué hacer en todo momento. Alguien insistió en que el emperador, por sí mismo, nunca podría esperar tener la previsión y competencia necesaria para decidir cada momento cuándo hacer cada cosa y que lo que realmente necesitaba era establecer un «Consejo de Sabios» y actuar conforme a su consejo.

Alguien afirmó que ciertas materias exigen una decisión inmediata y no pueden esperar los resultados de una consulta, pero que si él quería saber de antemano lo que iba a suceder debía consultar a magos y adivinos.

Las respuestas a la segunda pregunta tampoco eran acordes. Una persona dijo que el emperador necesitaba depositar toda su confianza en administradores; otro le animaba a depositar su confianza en sacerdotes y monjes, mientras algunos recomendaban a los médicos. Otros que depositaban su fe en guerreros.

La tercera pregunta trajo también una variedad similar de respuestas. Algunos decían que la ciencia es el empeño más importante; otros insistían en la religión e incluso algunos clamaban por el cuerpo militar como lo más importante.

Y puesto que las respuestas eran todas distintas, el emperador no se sintió complacido con ninguna y la recompensa no fue otorgada.

Después de varias noches de reflexión, el emperador resolvió visitar a un ermitaño que vivía en la montaña y del que se decía era un hombre iluminado. El emperador deseó encontrar al ermitaño y preguntarle las tres cosas, aunque sabía que él nunca dejaba la montaña y se sabía que sólo recibía a los pobres, rehusando tener algo que ver con los ricos y poderosos. Así pues el emperador se vistió de simple campesino y ordenó a sus servidores que le aguardaran al pie de la montaña mientras él subía solo a buscar al ermitaño.

28/1/14

Hacia dentro.

El 2013 ha sido un año tremendo para mí. En Febrero perdí a mi hermano mayor tras unos meses en los que se fue apagando como una velita... esto nos ayudo a hacernos a la idea de que se alejaba para siempre, a podernos despedir poquito a poco de él... y hace nada, en plenas Navidades, se fue para siempre mi hermano pequeño, así, sin avisar, bruscamente... dejándonos sin respuesta, anonadados, en una pesadilla de la que no hay despertar... y entretejido con todo esto, pulsado por miedos e impotencias de todo tipo ante la muerte, la enfermedad y la vida, se ha descorrido el velo de una realidad de abandono y desamor por parte de seres cercanos a los que amo.
No voy llorando por las esquinas, pero vivo un después desorientado... y mi mirada ya no es la misma... y me digo: "sigue con tus cosas, con tus responsabilidades, con eso que te gusta y amas...", pero no puedo, de repente el ritmo ha cambiado, la música no es la misma y el paisaje me resulta extraño... 
Se que necesito mirar hacia dentro, dejar que el socavón de mi corazón hable... que se exprese y me muestre lo que ha sacado a la luz este bombardeo imprevisto de muerte y ausencia.
Como necesito gestionar mi energía, he decidido tomarme las cosas con tranquilidad... y una de las cosas que me voy a tomar con tranquilidad es el blog... Me gusta el blog, soy feliz cuando lo vivo sin presión... sin obligaciones... sin la necesidad de quedar bien con nadie... pero a veces no puedo evitar el cargarme de "haceres", y es esa forma de vivir en el hacer la que quiero cambiar.
Seguiré aquí, yo soy todas las entradas que tiene este blog... y más que irá teniendo... pero sin prisa, sin presión... según me vaya hablando el agujero de mi corazón. 
Al ir a escribir esta entrada me he encontrado con la entrada de las creencias y la he publicado... y al leerla me ha dolido por dentro el tener que retirarme un poco de estas páginas que amo y que son tan yo... pero tengo que dar un paso adelante... y aunque no se muy bien a donde voy, mi vocecita interior me dice que confíe, que aunque crecer duele, el lugar al que voy me va a gustar...

(El dibujo es de Mónica Carretero)

Creencias

He terminado de leer el libro de Ana R. Cañil "El coraje de Miss Redfield", y este fin de semana también he visto la película "La gran belleza" de Paolo Sorrentino, y ambos me han llevado a esta reflexión sobre el mundo de las creencias.
Cada uno de nosotros nos empaquetamos cada día con un puñado, más bien bien grande, de creencias, desde las muy claras y evidentes a las más confusas e inconscientes... y como si de un traje se tratase, salimos al mundo a protegernos de las "inclemencias" de la vida... convencidos de que con ellas podremos sobrevivir a las dificultades del día a día...  
Tenemos creencias para todo, y no tenemos más que preguntarnos que opinamos sobre cualquier cosa para darnos cuenta de como están ahí, agazapadas para saltarnos encima y no dejarnos ver más que una pequeña parte de lo que sucede realmente.
Son las creencias de Miss Redfield las que le proporcionan el coraje de tomar ciertas decisiones... y de elegir el camino conocido frente al reto de la vida que le llevaría a arriesgarse, a experimentar más allá de lo conocido... pero ella busca seguridad, control, saber lo que va a suceder mañana... vivir una vida predecible, ¿Acaso se lo podemos reprochar? ¿No es eso lo que busca la mayoría de la gente?
Pero yo me pregunto ¿Es eso lo que la vida quiere de nosotros? ¿O lo que quiere es que cuando nos lanza un guante lo atrapemos al vuelo?
La vida no nos da seguridades de nada, no hay más que mirar alrededor... lo único seguro que nos ofrece es la posibilidad permanente de ir descubriendo en la propia vida, sea la que sea, La Gran Belleza que reside en ella... el profundo sentido que tiene todo lo que vivimos, elijamos lo que elijamos... porque las grandes lecciones siempre están a nuestro alcance, hayamos acertado en nuestras elecciones o no ¡eso no le importa realmente a la vida!... nos importa a nosotros, porque a priori, decidimos a través de nuestras creencias que unos resultados son mejor que otros ... y estas creencias, mal que nos pese, lo que intentan muchas de ellas es protegernos de lo sorprendente... de lo imprevisto... de lo genuinamente evocador de vida...
¿Como podemos asegurar que nuestra elección es la más acertada? puede que lo que creíamos acertado nos lleve al sufrimiento, y lo más arriesgado y temerario nos de una enorme felicidad... o puede que suceda al contrario... lo que es seguro, es que cuando elegimos lo hacemos desde nuestras creencias, y eso nos lleva a experimentar nuestros límites, nuestros mayores temores... por eso buscamos lo seguro, lo predecible... aunque puede que  luego lamentemos siempre no haber cogido al vuelo ese guante que nos lanzo la vida a través del certero lenguaje de nuestro corazón.
Quizás por eso, aunque yo también necesite esas seguridades que tanto nos gustan, ya no me rasgo las vestiduras tan fácilmente... la vida es un calidoscopio con el que nos vamos fundiendo en nuestros gozos y penas, y lo más importante es caminar paso a paso a ese percibir La Gran Belleza... 
Es esa Gran Belleza la que Jep Gambardella, el protagonista de la película, es capaz de percibir en un momento dado tras una vida superficial, rodeado de personajes para los que la vida no tiene ningún sentido, aparte de autoengañarse, aparentar y no querer ver su propio vacío.
A través de nuestras creencias nos convencemos de que vivir como vivimos es lo único que podemos hacer... y el gran reto que nos propone la vida es mirar más allá, es ver como se entreteje entre ellas La Gran Belleza.

(Dibujo de Iban Barrenetxea) 
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